VI Congreso Político - Educativo de la CEA "Bicentenario. Realidad, desafíos y proyecciones"

Este foro se instituye como herramienta de apoyo para el trabajo y debate colectivo de los docentes que integran la CEA (y todos aquellos que quieran acercarse a la mirada que desde aquí proponemos) en pos de la temática de nuestro VII Congreso Político Educativo Educación pública para la inclusión y la participación democrática. Experiencias y compromisos de la escuela de hoy.

15 de julio de 2009

Una película sobre los jóvenes y el sentido de la vida

"... gente que quiere ser, que está por ser, todos utilizan su tiempo para otra cosa". Con este relato de una voz en off se inicia el film, mientras un sin fin de transeúntes son interrogados acerca de lo que quieren, lo que esperan, lo que hacen... Y esa voz continua diciendo: "Lo que hacemos cada día es lo que somos". "Yo trabajo de remisero, pero soy sociólogo", dice uno de ellos. Este ejemplo, aunque trillado, es útil a la hora de cernir la enorme disyunción existente en el campo laboral entre lo que se "hace" y lo que se "es".

Así comienza la historia de cinco amigos que comparten el alquiler de una casa en la ciudad de Buenos Aires: Ailí, Morón, Equis, Fer y Toro. Estructurada como un rompecabezas de las vivencias de los cinco personajes durante los cinco días de la semana, la pelicula muestra la compleja relación de tres dimensiones de la vida social: los jóvenes, el mundo del trabajo y la construcción de los proyectos vitales. Una problemática que exige nuestra reflexión, en un país que sufre permanentes transformaciones sociales, políticas y económicas.

  • Para acceder a consignas de trabajo y material para la lectura pedagógica de este film, haga CLICK AQUÍ.

FICHA TÉCNICA
Título original: Sólo por hoy

Dirección: Ariel Rotter.

Guión: Ariel Rotter y Lautaro Núñez de Arco.

Productora: Universidad del Cine.

Montaje: Pablo Giorgelli.
Música: Gustavo Cerati.

Sonido: Martín Grignaschi, Martín Litmanovich.

Intérpretes: Ailí Chen (Aili), Mariano Martínez (Equis), Sergio Boris (Fer), Damián Dreizik (Toro), Federico Esquerro (Morón), Marcelo Mangone (Manga), Fernando Cía (Productor de Publicidad), Carlos Kaspar (el alemán), Sergio Wang (Chino), Alejandro Mariani (Chef), Isabel Achával (Chica del casting).

Fuente: CEPA y
Dirección Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente

El lenguaje de las imágenes y la escuela: ¿Es posible enseñar y aprender a mirar?

Por Ana Abramowski

"Las imágenes son enviadas como postales, transmitidas por satélite, fotocopiadas, digitalizadas, descargadas y arrastradas. Encuentran a sus espectadores. Es posible observar a personas en todo el mundo observando las mismas imágenes (una foto de un diario, una película, la documentación de una catástrofe). Las consecuencias políticas de ello son muy relevantes -aun cuando no automáticamente progresistas".
Susan Buck-Morss, 2005

Ante la actual tendencia a plasmar los acontecimientos en imágenes y a visualizar la existencia, algunos se han animado a afirmar que habitamos en un mundo-imagen. "La vida moderna se desarrolla en la pantalla", dice Nicholas Mirzoeff, un estudioso de la cultura visual, para luego agregar que hay cámaras ubicadas en cajeros automáticos, centros comerciales, autopistas, supermercados. "Ahora la experiencia humana es más visual y está más visualizada que antes", afirma, para luego señalar que es cada vez más notable la distancia entre la vastedad de nuestra experiencia audiovisual y nuestra capacidad de hacer algo con todo eso que vemos.


Mientras que las imágenes, erráticas, se multiplican y, a medida que las prácticas de mirar varían y se complejizan, la voluntad de ver cada vez más convive con cierta descalificación y desconfianza ante la cultura visual. ¿Por qué y cómo lo visual ha adquirido tanta potencia? ¿Estamos saturados, acostumbrados, anestesiados de tanto ver? ¿Todo debe y puede ser mirable, visible, observable? ¿Para qué mirar? ¿Por qué las imágenes son, por momentos, sobrevaloradas e idolatradas, como si pudieran explicar todo, y en otras ocasiones, infravaloradas y demonizadas2 como las culpables de todos nuestros males?

Pensar las imágenes: ¿desde qué saberes? ¿Para qué?

Creemos que algunas de estas preguntas pueden responderse mejor si nos acercamos a algunos campos de conocimiento que están reflexionando sobre estas transformaciones. Uno de los más interesantes es el de los estudios visuales, que surgió alrededor de 1990, para pensar los profundos cambios perceptivos y comunicativos introducidos por las nuevas tecnologías de lo visible. Combina los aportes de la historia del arte, la teoría del cine, el periodismo, el análisis de los medios, la sociología, la filosofía, la antropología, la teoría literaria y la semiología. Este campo se presenta a sí mismo como interdisciplinar y multimetodológico, un lugar de convergencia de múltiples enfoques. Desafiando la distinción entre las "bellas artes", como forma cultural elevada, y el resto de las manifestaciones visuales masivas y populares, los estudios visuales incorporan a sus análisis todas las formas de arte, el diseño, el cine, la fotografía, la publicidad, el video, la televisión o internet.

Además de estudiar qué son las imágenes, cómo se producen y circulan, y las implicancias sociales, culturales, políticas, subjetivas e identitarias de nuestro vínculo con ellas, el campo de los estudios visuales se centra en la cuestión de la mirada, en las prácticas de ver, en cómo se producen visibilidades e invisibilidades. Por eso nos dicen que prestemos atención al poder y los efectos de las imágenes en los espectadores -también llamados "sujetos visuales"-, teniendo presente: por qué las personas buscan información, pero también placer; qué los incita a mirar; por qué a veces los individuos no se pueden rehusar a ver; cómo se reacciona ante las imágenes; cuáles son los procesos que les permiten a las personas encontrar sentido en lo que ven. En estos procesos se involucra lo racional, lo visual, lo auditivo, lo sensitivo, lo estético, lo emocional.

Una particularidad del enfoque de los estudios visuales es que abandona la "metáfora maestra" de la lectura como modo privilegiado de abordar los acontecimientos visuales. Por eso afirman que las imágenes no son como "textos" que se "leen".

Dice Mirzoeff que si nos centramos únicamente en el significado lingüístico de las imágenes visuales, estamos negando un elemento que hace que estas sean distintas a los textos. Este elemento es la inmediatez sensual. Por ejemplo, dice este autor, ver la caída del Muro de Berlín televisada en directo provocó sentimientos que excedían absolutamente a las palabras.3 Hay algo que resulta un "exceso" al momento de ver; sensaciones como la intensidad, la sorpresa, la conmoción, el enmudecimiento, están en el corazón de la experiencia visual y esto no puede ser agotado recurriendo al modelo textual de análisis.

Si después de revisar los aportes de los estudios visuales nos dirigimos al ámbito de la educación, podemos abrir múltiples líneas de interrogación: ¿Cómo se ubica la escuela ante este mundo- imagen? ¿Es posible enseñar y aprender a mirar? ¿Cómo encarar esta tarea? ¿Cuál es la especificidad de una transmisión que toma como vehículo central a las imágenes? ¿Qué agrega, quita, modifica, el uso de imágenes a la hora de transmitir?

No deberíamos perder de vista que la escuela, hija de la imprenta y aliada del texto escrito, tendió a asumir una actitud de sospecha ante la cultura visual de masas, a la que consideró una competidora desleal, una mera distracción o entretenimiento. Debemos tener presente que Occidente ha privilegiado de manera sistemática a la cultura letrada, considerándola la más alta forma de práctica intelectual, y calificando como de segundo orden, empobrecidas, a las representaciones visuales. Por ejemplo, en los libros de texto, es usual ver a las imágenes cumpliendo una función ilustrativa, subordinada a las palabras.

Una educación que se haga cargo de la centralidad de la experiencia audiovisual en el mundo contemporáneo, se enfrenta al desafío de lograr que lo visual y lo sensual dejen de tener un estatuto inferior, denigrado, juzgado poco estimulante para el intelecto. Para ello, esta educación no tendría que concentrarse solamente en la dimensión textual de los mensajes audiovisuales, analizando discursivamente lo que dicen.

Preguntas tales como ¿por qué hay tanta avidez por ver? o ¿por qué la existencia tiende a asumir cada vez más el formato de lo visible?, no pueden responderse analizando solamente el contenido intrínseco de las imágenes.

El lenguaje de las imágenes en la educación

Para avanzar en el terreno de la educación de la mirada proponemos prestar atención a cuatro tópicos: la polisemia de las imágenes, su poder, la relación ver-saber y el vínculo de las imágenes con las palabras.

El poder de las imágenes. Hay imágenes que nos hacen llorar; otras tienen la capacidad de hacernos estremecer de emoción y ternura; algunas pueden lograr que exclamemos, y otras, directamente, consiguen que apartemos la vista. Las imágenes nos provocan, despiertan reacciones, nos golpean; en síntesis, tienen poder. Son como unos "potentes prismáticos" que intensifican la experiencia e iluminan realidades que de otro modo pasarían inadvertidas.4 Por eso los estudiosos de la cultura visual insisten en que las imágenes son poderosos vehículos de transmisión de ideas, valores, emociones. Y cumplen muchas funciones: aportan información y conocimientos, generan adhesión o rechazo, movilizan afectos, proporcionan sensaciones, generan placer o disfrute. Según la historiadora del arte Laura Malosetti Costa, lo que le otorga primacía a las imágenes visuales en materia de aprendizaje es su poder de activación -de la atención, de las emociones- en el observador.

La polisemia. Otro rasgo central de las imágenes es su ambigüedad, su polisemia, su apertura a múltiples significados nunca dados de antemano. Las imágenes no son transparentes ni unívocas:"No existe un significado único ni privilegiado frente a una imagen sino que esta renueva sus poderes y sentidos completándose en la mirada de cada nuevo espectador".5 Las imágenes tienden a escaparse de las generalizaciones que proponen los conceptos y suele resultar complicado -además de poco provechoso- pretender constreñir su interpretación. La polisemia de las imágenes puede llegar a explicar cierta sensación de falta de control o desorden en el trabajo pedagógico con ellas, sensación que es deseable animarse a transitar pues los resultados pueden ser insospechados.

La relación entre palabras e imágenes. Muchas veces decimos que hay imágenes que nos dejan mudos o que nos sobrepasan; o que las palabras no alcanzan a dar cuenta de lo que una imagen sí puede. Pero también hay situaciones donde las palabras nos auxilian para entender, explicar y hacer hablar a aquellas imágenes que parecen ofrecer resistencia al entendimiento y la comprensión. Las palabras y las imágenes son irreductibles unas a otras pero, al mismo tiempo, están absolutamente intrincadas. Se cruzan, se vinculan, se responden, se desafían, pero nunca se confunden. Ambas se exceden y desbordan, y ahí radica la riqueza de su vínculo. Uno de nuestros desafíos es atravesar esta tensión sin reducirla. En ese sentido, es recomendable dejar un poco solas a las imágenes y no encerrarlas de inmediato en la prisión de algunas palabras; así podrán "transpirar" lo que tienen para transmitir. Pero tampoco se trata de abandonarlas a su suerte y, simplemente, guardar silencio. Entre el extremo del "puro silencio" y el de "las palabras que pretenden decirlo todo" hay en el medio muchos matices por explorar, sobre todo a la hora de pensar en la transmisión.

La relación entre ver y saber. ¿Qué vemos cuando miramos? ¿Solo vemos lo que sabemos? ¿Es posible ver más allá de nuestro saber? ¿Lo que vemos interroga nuestros saberes? Es cierto que nuestros saberes configuran nuestras miradas -el ejemplo más claro es que, frente a una misma imagen no todos vemos lo mismo. Pero también es posible que, ante una experiencia visual, nos encontremos "viendo" más allá de lo que sabemos o de lo que esperábamos ver: una imagen puede cuestionar nuestros saberes y desestabilizarlos. Es por esto que la simple pregunta "¿qué ves?" puede inaugurar recorridos inesperados. Para ello hay que darse un tiempo en el trabajo con imágenes. Además de proponer otro registro, otra textura, luminosidades y opacidades, las imágenes requieren de otros tiempos: ¿Cuál es el tiempo propio del "mirar"? ¿Cuánto dura? ¿Qué lugar ocupa allí el silencio, la espera? ¿Cómo se da un espacio para que sobrevenga la palabra?

En síntesis, si queremos trabajar pedagógicamente con imágenes debemos tener en cuenta sus poderes, que son polisémicas, ya que no todos vemos lo mismo cuando miramos. Que no hay otra alternativa que situarse en el cruce de palabras que faltan, sentimientos desbordantes, ideas desordenadas, sonidos ensordecedores y silencios. Se trata, junto con los alumnos, de enseñar y aprender a mirar, escrutando las imágenes desde distintos ángulos, desarmándolas y rearmándolas, imaginando con ellas y a partir de ellas; sin perder de vista que, del mismo modo que las palabras, las imágenes son colectivas y se comparten.

Si tenemos presente que lo visible es algo que se produce, y que al lado de toda visibilidad habrá siempre una invisibilidad, constataremos que al lado de toda pedagogía de la imagen habrá también una política construyendo una mirada -y no cualquiera- del mundo.

Fuente: Revista El Monitor Nro. 13

Sobre los métodos para lograr la atención de los alumnos...

Roxana Cabello: "Yo con la computadora no tengo nada que ver"

En una época en que ya hay suficientes muestras de que internet y la computadora constituyen herramientas necesarias para el desarrollo y la competitividad individual y social y son parte de la agenda educativa, aún seguimos investigando sobre cómo introducir las TIC en la escuela. Roxana Cabello nos habla de su investigación entre docentes de una región desfavorecida del área metropolitana de Buenos Aires, que da cuenta de las representaciones que los maestros tienen sobre sus propias competencias tecnológicas y el modo en que vislumbran los cambios que impone la incorporación de las tecnologías en la enseñanza y en el ejercicio del rol docente.

Roxana Cabello


Investigadora-docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Se dedica al estudio de temas vinculados con el impacto sociocultural de los usos de las TIC entre los jóvenes y con el campo de educación, tecnología y desarrollo. Coordinó el libro "Yo con la computadora no tengo nada que ver", y compiló, con Diego Levis, "Medios informáticos en la educación", de próxima aparición. Tiene formación de grado en Sociología y de doctorado en Ciencias de la Comunicación Social.

—El libro que Ud. coordinó, “Yo con la computadora no tengo nada que ver”, se basa en un estudio de las relaciones entre los maestros y las tecnologías informáticas en la enseñanza, que intenta recuperar las percepciones e intereses de los propios docentes. ¿Cuáles son los factores que han identificado como auspiciosos en esta relación, y cuáles los obstáculos?

—Este libro presenta algunos de los principales resultados que obtuvimos en una investigación realizada en la Universidad Nacional de General Sarmiento, en la que participaron J. Abeledo, G. Aprea, J. Géliga Vargas, G. González Gartland y R. Moyano, con mi coordinación. En relación con su pregunta podemos comentar algunos aspectos. En primer lugar hay que subrayar que los maestros con los que trabajamos tienen en general una disposición favorable hacia la incorporación de medios informáticos en los procesos de enseñanza. Les parece que avanzar en esa dirección es importante porque puede redundar en diversos beneficios, entre los cuales se cuenta la posibilidad de acercar la escuela al mundo de los chicos, generar condiciones más atractivas para el aprendizaje y aprovechar las oportunidades de acceso a la información que presentan. Esta disposición los convierte en aliados colaboradores ante una política racional de incorporación de TIC en la escuela. Sin embargo, muchos de esos mismos maestros se sienten distantes de este tipo de tecnologías y visualizan a la escuela como parte de un mundo que se mueve con una lógica diferente de la que ellas proponen. En general sienten que las experiencias de capacitación no han sido muy fructíferas por falta de condiciones para su sustentabilidad; que tienen entonces bajas competencias tecnológicas; que no pueden familiarizarse fácilmente con estos medios y temen explorarlos sin inhibiciones y, en especial, que no están en condiciones de orientar procesos de aprendizaje que involucren los usos de las TIC. Esta relación de exterioridad, esta sensación de distancia es el principal obstáculo a superar si se busca integrar los medios informáticos en la escuela.


—Y tomando como base estas investigaciones ¿cómo podría pensarse la incorporación de medios informáticos en la enseñanza, particularmente en la escuela?

—Es necesario relativizar la expectativa de la iniciativa individual. En general se ha propuesto a los docentes que se acerquen a tomar cursos de capacitación; que se armen una batería de propuestas de trabajo en el aula; que generen sus estrategias para trabajar con la PC o produzcan las condiciones para aprovechar las propuestas prediseñadas sobre la base de los contenidos curriculares de cada nivel. Se les explica un conjunto de beneficios y se les acerca una serie de promesas sobre la incorporación de TIC en la enseñanza y estas acciones muchas veces no hacen más que profundizar la distancia, ya que actúan como imperativo que recae sobre el conjunto de responsabilidades que el docente “debería asumir” para estar actualizado. Sin embargo, las condiciones de trabajo de los maestros no siempre permiten la organización individual del esfuerzo y de los recursos para acceder a las propuestas de capacitación necesarias para sostener procesos de incorporación de tecnologías. Y además, y fundamentalmente, esos procesos y esos aprendizajes resultan más congruentes con las posibilidades que ofrecen estos medios si se realizan de manera colectiva y en relación con el desarrollo de proyectos. De modo que es necesario llevar las tecnologías a la escuela como estrategia integrante de proyectos institucionales que puedan convertir a la escuela misma en un entorno estimulante para la innovación. Dentro de la escuela, en horario escolar, en función de proyectos atractivos y participativos, los maestros bien dispuestos podrán poco a poco acortar la distancia con la tecnología, familiarizarse con ella, dejarse enseñar por los alumnos, y después ¡habrá que obligarlos a desenchufar la PC!

—Muchos docentes emplean videojuegos
de estrategia (su tesis doctoral fue “Los videojuegos en red: caracterización de sus usos y análisis de su relación con la producción de nuevas modalidades de sociabilidad”) en el aula según el objetivo planeado, como por ejemplo el conocido Sim City, o algunas actividades dentro de Second Life. Mientras que muchos otros docentes se quejan, por ejemplo, de que los alumnos se pasan todo el tiempo “jugando a los jueguitos” en la hora de informática. ¿Cuál cree Ud. que es el potencial de los videojuegos en el aula?

—En rigor la investigación no ha enfocado aspectos relacionados con el trabajo en el aula. No se trata de una aproximación desde la pedagogía o los desarrollos de la tecnología educativa, y entonces no podría ofrecer un aporte en ese sentido específico, pero podríamos al menos señalar dos cuestiones. En primer lugar, me parece que tanto por la relación de familiaridad que los chicos tienen con este tipo de juegos como por el carácter de aprendizaje que involucra su práctica sería oportuno y provechoso acercar los juegos a la escuela. Además las maestras también tienen cierto grado de conocimiento y uso de los juegos. Tanto cuando se trata de la actividad lúdica como cuando se trata de los usos de las tecnologías, pueden presentarse oportunidades para aprovechar sus posibilidades en los ámbitos educativos: aprender jugando y capitalizar la familiaridad con la tecnología para avanzar hacia otros usos en procesos de aprendizaje. En segundo lugar, tendría que aclarar que en el caso de la relación con el dispositivo de juegos en red hemos observado dos modalidades de apropiación por parte de los usuarios: la que tiende a crear las condiciones para competir y ganar y la que se apoya sobre la tendencia de jugar para disfrutar. Estas modalidades de apropiación se relacionan estrictamente con las características del juego en general y, sobre todo, del consumo de medios y tecnologías asociado con el entretenimiento. El mundo del entretenimiento se ha significado históricamente como el universo opuesto al de la escuela, y los sujetos se posicionan allí en una clave distinta, con expectativas y disposiciones diferentes. De modo que “acercar la escuela al cíber” será parte de un conjunto de innovaciones que habría que proponer en la escuela para que se adecue a las nuevas condiciones de producción y circulación del conocimiento y para que pueda dialogar con ese otro mundo sin resignar su especificidad.Aquí escribes el resto del contenido que no se vera.

Fuente: Educ.ar

8 de julio de 2009

El cine como excusa

Corazza, Juan R.
Collino, Ana R.
Córdoba
Nivel: Educación Secundaria

Infinidad de proyectos pasan por nuestra vida escolar pero muy pocos dejan huellas…El tiempo, sólo el tiempo devela resultados que no son apreciables inmediatamente. En el momento menos esperado “una” experiencia nos muestra un crecimiento, el fortalecimiento que tuvimos como equipo y los cambios en nuestra manera de abordar el aula y de “ver el mundo”. Mirada y construcción que se nos puede (intentar) manifestar o “decir” más claramente.
Surgieron algunos interrogantes durante y, por qué no, antes del proyecto (que seguramente no podrían haber sido explicitados en ese momento y sí hoy). Estos pueden ser algunos: ¿Qué enseña la escuela? ¿Qué podemos enseñar “con disfrute” en el contexto escolar? ¿Cómo puede la escuela favorecer un clima donde lo más importante sea el otro y el trabajo con el otro, siendo este encuentro “sincero”?
Estas preguntas, repetimos, son formuladas hoy porque no podrían haber sido planteadas así en su momento. Sólo se puede expresar que nos movilizó algún tipo de intuición no expresada, pero virtualmente compartida, que hoy volcamos como preguntas y que siempre, de distintas maneras, estuvieron latentes aunque inexpresables en distintas acciones encaradas.
Cabe aquí narrar lo sucedido en el proyecto que se llamó “El olvido de una pasión…Cine en San Francisco”.
El contenido para nosotros fue una “excusa” para llevar a cabo una tarea, “algo” diferente y abordar mundos adolescentes en planos distintos a los tradicionales. El contenido y el proyecto en sí, intentaron ser el plano inclinado (¿la pendiente?) que permitió ligar la energía potencial de la situación al terreno de las operaciones del que parte todo un proceso de construcción de pensamiento y que se relaciona con el saber hacer.

Pero veamos. Cuando comenzamos cada año la idea siempre es, y después se irá observando en la respuesta del grupo, que pueda llegarse a fin de año con un trabajo realizado por los mismos y que pueda mostrarse, socializarse. Que la idea que le dio origen, se transforme en acción concreta y que ello pueda sostenerse. Al menos ese es un ideal. Cuando hablamos de producto o trabajo no significa sólo lo que se ve, aquello que se pueda tocar, sino también actitudes, elecciones...algo que tenga un significado y nos lleve a pensar que no fue en vano intentarlo. Pero no es fácil, ya que como en todo en la vida, uno resigna cosas para ganar otras, elige y en cada elección dejamos algo nuestro. No se puede querer todo.
Sigamos desarmando esta especie de telaraña. ¿Por qué cine? El tema cine nace de una charla de café (una de las tantas) y debemos decir que el diálogo construye, por eso estar con otros y conversar, proponer, tirar un idea loca, sirve… Cuando nos juntamos a planificar, uno hablaba de películas que el otro no conocía y era cómico ya que “el dinosaurio” (entre risas) quería que la colega joven conociera películas de otra época, donde quedó como frase “hace tanto tiempo que vaya a saber si fue cierto”.
Pero estábamos atentos, nos preocupamos para “dar a conocer”, “conocernos” y “escucharnos” y dijimos: “¿Por qué no lo hacemos con 5to, ver películas?”. Así nace nuestra expectativa que sólo fue una idea y un deseo que otros (los alumnos) compartan con nosotros algunas cosas que nos gustan; poder compartir momentos, estudio y actividades, y aprender juntos, pero sinceramente no sabíamos cuál era el camino a seguir.
El primer día de clase decidimos comenzar con Metodología de la Investigación, bastante árido por cierto; aprender a censar, y el tema para utilizar ese procedimiento era ese… el cine. El censo no resultó satisfactorio. Casi nadie iba al cine y de las películas que nosotros habíamos hablado salieron una o dos… Y seguimos! Gracias a seguir surgió la idea de una muestra, una exposición, que obviamente no tenía un nombre. ¿Qué nombre podría tener algo que no teníamos claro cómo realizar? Lo único que estaba claro que al censo lo habían realizado 28 chicos, que se transformaron en los “28 cinéfilos”.
Ah, una cosa para recordar. En ese primer día de clase y luego de las formales presentaciones, nuestro eje de pensamiento era: El único y el gran enemigo de la escuela, la educación, es lo definitivo, lo acabado. Esta fue la primer cuestión concreta que se planteó en el aula y que movilizó a los alumnos de una manera que nunca lo hubiéramos podido prever. Y ese eje al que hicimos referencia se basaba en la reflexión de un premio Nobel, que decía que “la escuela es la única institución donde los problemas que se plantean ya tienen solución”…
”En la escuela todas las actividades son planificadas, todo es planificado, todo parte de lo ya pensado dado por anticipado”, dijo el profe, aludiendo a una nota del diario. Nunca olvidaremos que Camila se levantó y les señaló a sus compañeros: “¿escucharon?”, y se respondió: “es cierto, todo lo que hacemos ya está solucionado”. Pero nos interrogó también rápidamente: “¿y qué podemos hacer que no sepamos cuál es la solución?”.
Tamaña pregunta para nosotros, que también teníamos las mismas dudas. Los únicos problemas que se plantean y que de antemano tienen respuesta son los problemas escolares. La escuela niega la espontaneidad. Ella no plantea problemas sino soluciones y por eso, no genera espacios vitales.
Hablábamos del censo. Se formularon preguntas relacionadas con el cine, luego se tabularon, etc., etc. Y resulta que el cine no les atraía para nada, eran pocos los que veían películas, “eran largas”, etc. Pero surgió, imprevistamente, que en San Francisco hubo muchos cines, donde concurría toda la familia y los mismos se encontraban en lugares que si bien habían cambiado su fisonomía, se podían reconocer en algunos aspectos de sus fachadas, ya que otros habían sido demolidos.
Hoy el cine fue reemplazado por el video, el DVD, pero esto es otra cosa. Una película era sentarse frente a una gran pantalla que a uno lo “tragaba”.
En la siguiente clase, y luego de aquél “¿qué podemos hacer?”, notamos que habían conversado con sus padres y comenzaron a acercarnos vivencias de ellos, de sus abuelos y de otros familiares. ¿Pero qué podíamos mostrar respecto al cine? Surgió la idea de una muestra ¿pero qué era una muestra, una exposición? ¿Cómo la hacemos?
Y de nuevo, nosotros tampoco sabíamos bien cual podía ser el final. Y si tenía que haber un final. Lo que sí teníamos era la idea de un proceso a través del cual vivenciáramos algo que había tenido vida concreta y que muchos la habían vivido y queríamos recuperarla.
Surgieron nombres de personas vinculadas en forma directa con aquel cine que había desaparecido y nos pusimos en contacto con el Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco y la Región (AGM), el cual, a través de uno de sus integrantes, nos instruyó qué significaba hacer una muestra, exponer algo. Y se dividieron en grupos: el financiero (que pidió plata a la Cooperadora del colegio con el compromiso de devolverla), el de confección de un programa, el de montaje de la muestra, el de seleccionar fotos, el de registrar lo que se vivía; en fin, distintos aspectos de esta “aventura”. Y hubo conflictos, porque algunos estaban más “comprometidos” con la idea, otros la miraban desconfiados y se dudó a dónde podemos llegar.
Mientras tanto, se planteó el desafío de “ver” cine. Y paralelamente vimos películas en el colegio y los invitamos fuera del horario escolar (sin obligación), a un ciclo organizado por la municipalidad... ¡Cine italiano! Y para sorpresa nuestra, fueron. Fuimos también al cine “Radar”, el único que queda en la ciudad, y allí estaban: a veces un pequeño número, a veces gran parte del curso, algunos con sus padres, otros con amigos que no eran de la escuela, y hasta alumnos de otra escuela. Las películas nos emocionaron, nos movilizaron, pero tratamos de abordarlas, por ejemplo, sin guías de trabajo; sólo se trataba de movilizar, pensar cuestiones, desmenuzar reflexiones…Volvamos a la muestra.
Dijimos que recibimos la visita de la Lic. Beatriz Casalis del Archivo Gráfico y Museo Histórico, quien nos brindó información acerca de los cometidos de una exposición y nos ofreció todo el apoyo de la institución para llevarla a cabo. Había que empezar a darle forma. Y estaban los miedos, incertidumbres, dudas, los resultados, etc., etc. Ya contamos de la formación de comisiones con distintas responsabilidades.
Empezaron entonces las visitas de una de ellas al Archivo Gráfico y Museo Histórico para seleccionar el material a mostrar y las fotos que se expondrían y el movimiento nos atrapó y nos desbordó. Hubo que resolver conflictos, ya que estaba aquel que mientras el grupo trabajaba…desaparecía, como tantos otros problemas. Pero siempre quedaba el mensaje de que eran autónomos y si bien los estábamos guiando, no podíamos ni queríamos controlarlos, porque cada uno debía responderse a sí mismo acerca del compromiso asumido y al grupo del que formaba parte.
La muestra iba tomando forma entre clavos, telas, luces, cables, cámaras, pósters (Rebelde sin causa, King Kong, Ulises…), entretelones de ¡Isabel Sarli!, a los que se sumaban ruidos, risas, el ir y venir de los chicos y Alberto esquivándolos, María Teresa y sus detalles, y Arturo que en cada imagen nos remitía a distintas épocas. Era una cadena, si fallaba un eslabón, fallábamos todos. Mientras tanto, Mónica, la Directora, junto al cuerpo directivo nos daba su incondicional apoyo.
Finalmente la muestra se realizó. El día de la inauguración tuvo carácter mágico, al menos para nosotros. Estaban los invitados, autoridades del colegio e incluso de la Dirección de Cultura del Municipio. Meli y Camila eran quienes se encargaron de la presentación. Nerviosas, repetían lo que tenían que decir y se reían de su papel... ¡de nerviosas se reían! .Terminado el acto “formal” comenzaron a transitar por la escalera...¡La escalera que tanto nos “dijo” a los 28 cinéfilos y profesores! Por ella se llegaba al espacio construido.
Estaban dos o tres alumnos en la boletería para entregar la “entrada” a la muestra, pero mientras tanto se vendía pochoclo a los que iban ingresando. Y así se penetró en ese “mundo” donde el tiempo tuvo otra dimensión, mezclándose el pasado y el presente, con distintas generaciones que a través de un espacio compartieron algo común, más allá de las distintas “miradas” que por la propia experiencia tenían cada uno y que en ese momento era de todos.
Y así pasaron las dos semanas de la exposición: durante los días hábiles para los colegios, los domingos para el público en general. “¡Profes! El señor que entró nos dio diez pesos”,; el asombro era general. “¡Profes! Ese señor nos dijo que era quien administraba el cine Sarmiento... ¿cuál era ese cine?” (ya lo había preguntado previamente la profesora).
Ese mundo era desconocido por todos y tenía que ser develado por todos, por eso cada sorpresa era compartida. Y así se sucedían, ante esas caritas asombradas distintos comentarios; nosotros estábamos tan asombrados como ellos.
Pasaron por esos dos domingos más de 800 personas, se dejaron anotados en el cuaderno de “visitas” infinidad de cosas, desde algunos de sus compañeros de otros cursos que (por qué no) se “quejaron” del uso del “lugar de arte” que a “Sociales” no les correspondía, hasta las consabidas felicitaciones, etc., etc. Y al final, a la semana (un jueves, creemos) nos reunimos con ellos a solas, en ese lugar donde se habían conjugado enojos, apuros, miradas cómplices y caídas de la tarde que se mezclaban con las imágenes de los afiches de cine, las fotos y antiguos aparatos.... se habían unido tantas cosas, pero había que terminar, ya que como habíamos dicho: todo tiene un final, todo termina…
Nos despedimos así de un proceso donde no vamos a repetir las palabras que se dijeron en esa sala y que de alguna manera siguen poblando la misma.
Queremos rescatar, sí, a modo de ejemplo algo que dijo Camila: “Él (nombró al compañero que llaman Panchi) no sabía que yo no tenía mi papá viviendo conmigo y desde Jardín de Infantes que venimos juntos a la escuela…no nos conocíamos, éramos casi extraños y pasábamos muchas horas juntos, pero jamás habíamos hablado de nosotros”.
Fue precisamente la mamá de Camila quien un día llamó por teléfono, preocupada, para saber si su hija había estado hasta las ocho de la noche en el colegio, ya que si bien era una buena alumna, no quería ir precisamente todos los días. Sí, había estado con nosotros hasta esa hora, junto a muchos de sus compañeros, tratando de darle vida a esa sala que se comenzaba a poblar con formas y colores…de cine.
Ah, registraron todo lo que habían realizado y eso se transformó en “su película”, narrando el proceso vivido y nos reímos mucho de nosotros mismos. Días más tarde la Municipalidad de San Francisco la declaró de interés municipal y todos concurrimos a buscar el “diploma”.
Volvemos a lo “nuestro”: ¿qué enseña la escuela? La misma se halla inmersa en una profunda crisis, como todas las instituciones modernas, pero continúa siendo el bastión donde se pueden encontrar “todos” (como a la hora de la muerte) pero también donde se pueden conversar “todos” los temas. Es en la escuela donde se habla y se enuncia el “mundo” y es donde los adolescentes pueden (como debilidad y fortaleza) estar “limitados” al menos por cuatro paredes entre las cuales intercambian palabras y donde se crea significado, se crea “el mundo” y “los mundos”.
La escuela puede montar escenarios de posibilidad de aprendizajes, de maneras de vivir y transitar. Entonces, la pregunta sigue prevaleciendo: ¿qué enseña la escuela?
El aula enseña con dispositivos tradicionales la práctica de “lo que quiero de ti” (lógica de producción) y no como dice alguna canción, “lo que quiero contigo”.
La muestra nos sirvió para trabajar con otros y reconocer ese trabajo como gratificante, lo que no quiere decir que haya sido fácil, pero fue la posibilidad de compartir y trabajar en lo que uno quiere, “sin pensar en la nota”, y el cine fue una excusa. Podrían ser tantos temas, tantos…pero lo más lindo fue vivir y disfrutar cada momento con el otro y con los otros.
La escuela es un espacio donde estamos juntos, donde tenemos muchas tareas. El desafío es que resulte significativa para cada uno de ellos y nosotros, donde todos podamos participar, creando un espacio para aprender, y para eso necesitamos de todos y a todos.
Dicen que no hay nada en el mundo que pueda compararse con un rostro humano, ese rostro que se puede des-cubrir, que simplemente es un ser humano que sufre, sueña, lucha y nosotros sentimos en los 28 cinéfilos (si bien se nos fue uno) ese rostro humano que se dejó ver durante todo el proceso.
Tal vez, en esta experiencia, intentamos ensayar algunas respuestas a aquellos interrogantes que nos mueven en este enigma que es educar.