VI Congreso Político - Educativo de la CEA "Bicentenario. Realidad, desafíos y proyecciones"

Este foro se instituye como herramienta de apoyo para el trabajo y debate colectivo de los docentes que integran la CEA (y todos aquellos que quieran acercarse a la mirada que desde aquí proponemos) en pos de la temática de nuestro VII Congreso Político Educativo Educación pública para la inclusión y la participación democrática. Experiencias y compromisos de la escuela de hoy.

8 de julio de 2009

El cine como excusa

Corazza, Juan R.
Collino, Ana R.
Córdoba
Nivel: Educación Secundaria

Infinidad de proyectos pasan por nuestra vida escolar pero muy pocos dejan huellas…El tiempo, sólo el tiempo devela resultados que no son apreciables inmediatamente. En el momento menos esperado “una” experiencia nos muestra un crecimiento, el fortalecimiento que tuvimos como equipo y los cambios en nuestra manera de abordar el aula y de “ver el mundo”. Mirada y construcción que se nos puede (intentar) manifestar o “decir” más claramente.
Surgieron algunos interrogantes durante y, por qué no, antes del proyecto (que seguramente no podrían haber sido explicitados en ese momento y sí hoy). Estos pueden ser algunos: ¿Qué enseña la escuela? ¿Qué podemos enseñar “con disfrute” en el contexto escolar? ¿Cómo puede la escuela favorecer un clima donde lo más importante sea el otro y el trabajo con el otro, siendo este encuentro “sincero”?
Estas preguntas, repetimos, son formuladas hoy porque no podrían haber sido planteadas así en su momento. Sólo se puede expresar que nos movilizó algún tipo de intuición no expresada, pero virtualmente compartida, que hoy volcamos como preguntas y que siempre, de distintas maneras, estuvieron latentes aunque inexpresables en distintas acciones encaradas.
Cabe aquí narrar lo sucedido en el proyecto que se llamó “El olvido de una pasión…Cine en San Francisco”.
El contenido para nosotros fue una “excusa” para llevar a cabo una tarea, “algo” diferente y abordar mundos adolescentes en planos distintos a los tradicionales. El contenido y el proyecto en sí, intentaron ser el plano inclinado (¿la pendiente?) que permitió ligar la energía potencial de la situación al terreno de las operaciones del que parte todo un proceso de construcción de pensamiento y que se relaciona con el saber hacer.

Pero veamos. Cuando comenzamos cada año la idea siempre es, y después se irá observando en la respuesta del grupo, que pueda llegarse a fin de año con un trabajo realizado por los mismos y que pueda mostrarse, socializarse. Que la idea que le dio origen, se transforme en acción concreta y que ello pueda sostenerse. Al menos ese es un ideal. Cuando hablamos de producto o trabajo no significa sólo lo que se ve, aquello que se pueda tocar, sino también actitudes, elecciones...algo que tenga un significado y nos lleve a pensar que no fue en vano intentarlo. Pero no es fácil, ya que como en todo en la vida, uno resigna cosas para ganar otras, elige y en cada elección dejamos algo nuestro. No se puede querer todo.
Sigamos desarmando esta especie de telaraña. ¿Por qué cine? El tema cine nace de una charla de café (una de las tantas) y debemos decir que el diálogo construye, por eso estar con otros y conversar, proponer, tirar un idea loca, sirve… Cuando nos juntamos a planificar, uno hablaba de películas que el otro no conocía y era cómico ya que “el dinosaurio” (entre risas) quería que la colega joven conociera películas de otra época, donde quedó como frase “hace tanto tiempo que vaya a saber si fue cierto”.
Pero estábamos atentos, nos preocupamos para “dar a conocer”, “conocernos” y “escucharnos” y dijimos: “¿Por qué no lo hacemos con 5to, ver películas?”. Así nace nuestra expectativa que sólo fue una idea y un deseo que otros (los alumnos) compartan con nosotros algunas cosas que nos gustan; poder compartir momentos, estudio y actividades, y aprender juntos, pero sinceramente no sabíamos cuál era el camino a seguir.
El primer día de clase decidimos comenzar con Metodología de la Investigación, bastante árido por cierto; aprender a censar, y el tema para utilizar ese procedimiento era ese… el cine. El censo no resultó satisfactorio. Casi nadie iba al cine y de las películas que nosotros habíamos hablado salieron una o dos… Y seguimos! Gracias a seguir surgió la idea de una muestra, una exposición, que obviamente no tenía un nombre. ¿Qué nombre podría tener algo que no teníamos claro cómo realizar? Lo único que estaba claro que al censo lo habían realizado 28 chicos, que se transformaron en los “28 cinéfilos”.
Ah, una cosa para recordar. En ese primer día de clase y luego de las formales presentaciones, nuestro eje de pensamiento era: El único y el gran enemigo de la escuela, la educación, es lo definitivo, lo acabado. Esta fue la primer cuestión concreta que se planteó en el aula y que movilizó a los alumnos de una manera que nunca lo hubiéramos podido prever. Y ese eje al que hicimos referencia se basaba en la reflexión de un premio Nobel, que decía que “la escuela es la única institución donde los problemas que se plantean ya tienen solución”…
”En la escuela todas las actividades son planificadas, todo es planificado, todo parte de lo ya pensado dado por anticipado”, dijo el profe, aludiendo a una nota del diario. Nunca olvidaremos que Camila se levantó y les señaló a sus compañeros: “¿escucharon?”, y se respondió: “es cierto, todo lo que hacemos ya está solucionado”. Pero nos interrogó también rápidamente: “¿y qué podemos hacer que no sepamos cuál es la solución?”.
Tamaña pregunta para nosotros, que también teníamos las mismas dudas. Los únicos problemas que se plantean y que de antemano tienen respuesta son los problemas escolares. La escuela niega la espontaneidad. Ella no plantea problemas sino soluciones y por eso, no genera espacios vitales.
Hablábamos del censo. Se formularon preguntas relacionadas con el cine, luego se tabularon, etc., etc. Y resulta que el cine no les atraía para nada, eran pocos los que veían películas, “eran largas”, etc. Pero surgió, imprevistamente, que en San Francisco hubo muchos cines, donde concurría toda la familia y los mismos se encontraban en lugares que si bien habían cambiado su fisonomía, se podían reconocer en algunos aspectos de sus fachadas, ya que otros habían sido demolidos.
Hoy el cine fue reemplazado por el video, el DVD, pero esto es otra cosa. Una película era sentarse frente a una gran pantalla que a uno lo “tragaba”.
En la siguiente clase, y luego de aquél “¿qué podemos hacer?”, notamos que habían conversado con sus padres y comenzaron a acercarnos vivencias de ellos, de sus abuelos y de otros familiares. ¿Pero qué podíamos mostrar respecto al cine? Surgió la idea de una muestra ¿pero qué era una muestra, una exposición? ¿Cómo la hacemos?
Y de nuevo, nosotros tampoco sabíamos bien cual podía ser el final. Y si tenía que haber un final. Lo que sí teníamos era la idea de un proceso a través del cual vivenciáramos algo que había tenido vida concreta y que muchos la habían vivido y queríamos recuperarla.
Surgieron nombres de personas vinculadas en forma directa con aquel cine que había desaparecido y nos pusimos en contacto con el Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco y la Región (AGM), el cual, a través de uno de sus integrantes, nos instruyó qué significaba hacer una muestra, exponer algo. Y se dividieron en grupos: el financiero (que pidió plata a la Cooperadora del colegio con el compromiso de devolverla), el de confección de un programa, el de montaje de la muestra, el de seleccionar fotos, el de registrar lo que se vivía; en fin, distintos aspectos de esta “aventura”. Y hubo conflictos, porque algunos estaban más “comprometidos” con la idea, otros la miraban desconfiados y se dudó a dónde podemos llegar.
Mientras tanto, se planteó el desafío de “ver” cine. Y paralelamente vimos películas en el colegio y los invitamos fuera del horario escolar (sin obligación), a un ciclo organizado por la municipalidad... ¡Cine italiano! Y para sorpresa nuestra, fueron. Fuimos también al cine “Radar”, el único que queda en la ciudad, y allí estaban: a veces un pequeño número, a veces gran parte del curso, algunos con sus padres, otros con amigos que no eran de la escuela, y hasta alumnos de otra escuela. Las películas nos emocionaron, nos movilizaron, pero tratamos de abordarlas, por ejemplo, sin guías de trabajo; sólo se trataba de movilizar, pensar cuestiones, desmenuzar reflexiones…Volvamos a la muestra.
Dijimos que recibimos la visita de la Lic. Beatriz Casalis del Archivo Gráfico y Museo Histórico, quien nos brindó información acerca de los cometidos de una exposición y nos ofreció todo el apoyo de la institución para llevarla a cabo. Había que empezar a darle forma. Y estaban los miedos, incertidumbres, dudas, los resultados, etc., etc. Ya contamos de la formación de comisiones con distintas responsabilidades.
Empezaron entonces las visitas de una de ellas al Archivo Gráfico y Museo Histórico para seleccionar el material a mostrar y las fotos que se expondrían y el movimiento nos atrapó y nos desbordó. Hubo que resolver conflictos, ya que estaba aquel que mientras el grupo trabajaba…desaparecía, como tantos otros problemas. Pero siempre quedaba el mensaje de que eran autónomos y si bien los estábamos guiando, no podíamos ni queríamos controlarlos, porque cada uno debía responderse a sí mismo acerca del compromiso asumido y al grupo del que formaba parte.
La muestra iba tomando forma entre clavos, telas, luces, cables, cámaras, pósters (Rebelde sin causa, King Kong, Ulises…), entretelones de ¡Isabel Sarli!, a los que se sumaban ruidos, risas, el ir y venir de los chicos y Alberto esquivándolos, María Teresa y sus detalles, y Arturo que en cada imagen nos remitía a distintas épocas. Era una cadena, si fallaba un eslabón, fallábamos todos. Mientras tanto, Mónica, la Directora, junto al cuerpo directivo nos daba su incondicional apoyo.
Finalmente la muestra se realizó. El día de la inauguración tuvo carácter mágico, al menos para nosotros. Estaban los invitados, autoridades del colegio e incluso de la Dirección de Cultura del Municipio. Meli y Camila eran quienes se encargaron de la presentación. Nerviosas, repetían lo que tenían que decir y se reían de su papel... ¡de nerviosas se reían! .Terminado el acto “formal” comenzaron a transitar por la escalera...¡La escalera que tanto nos “dijo” a los 28 cinéfilos y profesores! Por ella se llegaba al espacio construido.
Estaban dos o tres alumnos en la boletería para entregar la “entrada” a la muestra, pero mientras tanto se vendía pochoclo a los que iban ingresando. Y así se penetró en ese “mundo” donde el tiempo tuvo otra dimensión, mezclándose el pasado y el presente, con distintas generaciones que a través de un espacio compartieron algo común, más allá de las distintas “miradas” que por la propia experiencia tenían cada uno y que en ese momento era de todos.
Y así pasaron las dos semanas de la exposición: durante los días hábiles para los colegios, los domingos para el público en general. “¡Profes! El señor que entró nos dio diez pesos”,; el asombro era general. “¡Profes! Ese señor nos dijo que era quien administraba el cine Sarmiento... ¿cuál era ese cine?” (ya lo había preguntado previamente la profesora).
Ese mundo era desconocido por todos y tenía que ser develado por todos, por eso cada sorpresa era compartida. Y así se sucedían, ante esas caritas asombradas distintos comentarios; nosotros estábamos tan asombrados como ellos.
Pasaron por esos dos domingos más de 800 personas, se dejaron anotados en el cuaderno de “visitas” infinidad de cosas, desde algunos de sus compañeros de otros cursos que (por qué no) se “quejaron” del uso del “lugar de arte” que a “Sociales” no les correspondía, hasta las consabidas felicitaciones, etc., etc. Y al final, a la semana (un jueves, creemos) nos reunimos con ellos a solas, en ese lugar donde se habían conjugado enojos, apuros, miradas cómplices y caídas de la tarde que se mezclaban con las imágenes de los afiches de cine, las fotos y antiguos aparatos.... se habían unido tantas cosas, pero había que terminar, ya que como habíamos dicho: todo tiene un final, todo termina…
Nos despedimos así de un proceso donde no vamos a repetir las palabras que se dijeron en esa sala y que de alguna manera siguen poblando la misma.
Queremos rescatar, sí, a modo de ejemplo algo que dijo Camila: “Él (nombró al compañero que llaman Panchi) no sabía que yo no tenía mi papá viviendo conmigo y desde Jardín de Infantes que venimos juntos a la escuela…no nos conocíamos, éramos casi extraños y pasábamos muchas horas juntos, pero jamás habíamos hablado de nosotros”.
Fue precisamente la mamá de Camila quien un día llamó por teléfono, preocupada, para saber si su hija había estado hasta las ocho de la noche en el colegio, ya que si bien era una buena alumna, no quería ir precisamente todos los días. Sí, había estado con nosotros hasta esa hora, junto a muchos de sus compañeros, tratando de darle vida a esa sala que se comenzaba a poblar con formas y colores…de cine.
Ah, registraron todo lo que habían realizado y eso se transformó en “su película”, narrando el proceso vivido y nos reímos mucho de nosotros mismos. Días más tarde la Municipalidad de San Francisco la declaró de interés municipal y todos concurrimos a buscar el “diploma”.
Volvemos a lo “nuestro”: ¿qué enseña la escuela? La misma se halla inmersa en una profunda crisis, como todas las instituciones modernas, pero continúa siendo el bastión donde se pueden encontrar “todos” (como a la hora de la muerte) pero también donde se pueden conversar “todos” los temas. Es en la escuela donde se habla y se enuncia el “mundo” y es donde los adolescentes pueden (como debilidad y fortaleza) estar “limitados” al menos por cuatro paredes entre las cuales intercambian palabras y donde se crea significado, se crea “el mundo” y “los mundos”.
La escuela puede montar escenarios de posibilidad de aprendizajes, de maneras de vivir y transitar. Entonces, la pregunta sigue prevaleciendo: ¿qué enseña la escuela?
El aula enseña con dispositivos tradicionales la práctica de “lo que quiero de ti” (lógica de producción) y no como dice alguna canción, “lo que quiero contigo”.
La muestra nos sirvió para trabajar con otros y reconocer ese trabajo como gratificante, lo que no quiere decir que haya sido fácil, pero fue la posibilidad de compartir y trabajar en lo que uno quiere, “sin pensar en la nota”, y el cine fue una excusa. Podrían ser tantos temas, tantos…pero lo más lindo fue vivir y disfrutar cada momento con el otro y con los otros.
La escuela es un espacio donde estamos juntos, donde tenemos muchas tareas. El desafío es que resulte significativa para cada uno de ellos y nosotros, donde todos podamos participar, creando un espacio para aprender, y para eso necesitamos de todos y a todos.
Dicen que no hay nada en el mundo que pueda compararse con un rostro humano, ese rostro que se puede des-cubrir, que simplemente es un ser humano que sufre, sueña, lucha y nosotros sentimos en los 28 cinéfilos (si bien se nos fue uno) ese rostro humano que se dejó ver durante todo el proceso.
Tal vez, en esta experiencia, intentamos ensayar algunas respuestas a aquellos interrogantes que nos mueven en este enigma que es educar.

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